El dramaturgo Park Si-jin, que está un tanto deprimido por el rumbo que toma su vida recientemente, trata de encontrar un asistente que pueda escribir bien en coreano. ¡De verdad lo que tenía que hacer era escribir de una manera decente! No necesitaba otra cosa. No quería nada más. Sin embargo, el hombre que escogió, no lo hacía. Tenía faltas de ortografía y tampoco entendía lo que era un dictado rápido. Pero estaba allí: Bien parecido, sonriendo... Y haciendo que se "pusiera de pie" muy, muy rápidamente.