Kim Dokja era un chico de preparatoria muy curioso. Así que cuando encontró un bolígrafo que no era suyo en la silla en la que siempre se sentaba, obviamente no lo pasó por alto. Pero lo extraño eran en realidad la etiqueta pegada en el bolígrafo con el nombre escrito. Sin duda no pertenecía a ninguno de sus compañeros de salón, entonces supuso que era de alguien del segundo turno.
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