-Asi que ¿acepta que asesino a más de treinta niños?- Pregunto el oficial Blade con una mirada de odio profundo. -No- sentenció la pequeña pelinegra con voz neutral. -¿No?- insistió el oficial un poco irritado. -No fueron más de treinta niños- el susurró de la pelinegra apenas se escuchó, pero fue claro y seguro- Fueron nueve niños en total. El oficial Blade la miro confuso, y apretó los labios con molestia. -¿nueve niños?- dijo el oficial Blade- ¿Que hay con la máscara? -¿Que máscara- pregunto la pelinegra bruscamente. -La máscara la encontramos en el lugar de los hechos- informó el oficial de compañía- Una máscara de un conejo blanco, la evidencia dice que la sangre de esa cabaña coinciden con la sangre que había en la máscara. La niña de cabello negro miró con una mueca tensa a los dos oficiales, los miraba con una mezcla de no saber nada y saber absolutamente todo. -Yo no uso una máscara- comentó la pelinegra como si del tiempo hablara- Mi cara es digna de que la vean cuando acabe con sus insignificantes vidas. Los dos oficiales se quedaron completamente mudos, fríos y tensos, intercambiaron una mirada y pusieron unas pastillas amarillas en la mesa. -Toma, para que duermas bien está noche- dijo el oficial Blade con una mueca de incomodidad. La niña asintió con la cabeza y tomo tres y se las metió a la boca seguido de un gran trago de agua. La niña se recostó en la cama de sábanas moradas, dormiría por lo máximo cinco horas. Tras cerras los ojos por unos dos minutos, los oficiales salieron de cuarto tras apagar la luz y cerrar la puerta. Tras unos cinco minutos la niña se levantó de la cama, se acercó al embase grande que tenía escondido y puso dos dedos dentro de su garganta, tras vomitar las tres pastillas amarillas, tomo el cuchillo del segundo cajón y salió de la habitación. -Que empiece el juego-la niña sonrió con cinismo y se aventuró al despacho del orfanato.Tüm hakları saklıdır