"No quiero ser solo palabras, no quiero ser solo abrazos, quiero callarme los te amo y los te quiero tanto que un día despiertes y te des cuenta de que jamás te los he dicho y que, sin embargo, te sientas la mujer más amada de la historia."
Ana y Martín son la muestra clara de que la palabra distancia no tiene ningún significado cuando se trata de amor, pues a pesar de estar a miles y miles de kilómetros uno del otro, en medio de lo que figura ser una guerra fría donde cada día transcurre con mayor lentitud, y que la comunicación es cada vez más difícil de conseguir, ellos no se han dejado de querer ni por un solo segundo, ni tampoco han diluido la imagen del otro en su mente, sobre todo a la hora de dormir, que es cuando les llega de golpe esa nostalgia y ese amor que tienen, llegando a tal grado que algo extraño les ha ocurrido en medio de ese cariño doloroso. De alguna manera, ellos han logrado conectarse a través de lo que creen que son sueños, sueños increíblemente lucidos donde no son ellos, sino otros en una época diferente, viviendo vidas diferentes, amándose en más de una forma que jamás habían podido creer posible.