Madelaine había quedado sola, hace relativamente poco tiempo, el cual ella sentía como milenios.
Toda su familia estaba muerta.
Con dolor, siguió adelante, tan solo por que lo había prometido, después de todo, ya no le quedaba nada, estaba sola al completo.
A la merced de los no muertos y de personas que solo buscaban lastimar y aprobecharse de las otras. Personas enfermas.
O eso es lo que creía, hasta que conoció a un agradable señor que cuidaba tres niñas menores que ella, entre las mismas una bebé y una señora que al parecer era una pirómana.
No sabía que ese encuentro le cambiaría la vida.