Él buscaba pretextos para acercarse a él. A él le asqueaba su mísera presencia. Uno locamente enamorado. Él otro totalmente serio que odia el afecto de cualquier tipo. ―Ya te dije mil veces que te alejes de mí. ―Pero, te amo. ―Yo no, así que lárgate o llamaré a la policía.
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