«Kageyama está más suave. Como la tirante tela de unas rodilleras que se han ablandado de usarlas. Como el PVC de la cancha, que al principio es un poco resbaladizo y luego se adhiere mejor a la suela de los zapatos, conforme le pillas la marcha. Y Shōyō no ha dejado que la distancia quemara todos los puentes que los une, pero ha estado lejos y ahora que lo tiene delante le resulta difícil ignorar que le parece guapo». O, con dieciocho, Shōyō tenía suficiente con admitirse que estaba mal y era cruel la clase de pensamientos que llegaba a surgir al fondo de su mente cada vez que alguien se interesaba en Kageyama; intuía que estar pillado por su mejor amigo sería solo una fase tonta. Cuatro años más tarde, no lo tiene tan claro. [Retraso del día Kagehina]
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