Sinopsis:
Él se paró fuera de su casa, miro a los costados a ver si alguien lo observaba, no, no había nadie,
del bolsillo de su terno gris saco una menta, se la medio a la boca, luego saco un pañuelo blanco y se limpió los labios
“por si acaso”, se dijo él mientras sonreía, amaba a su esposa, la amaba muchísimo, pero ella era muy
inocente, no quería hacerle daño, pero ya había escogido eso, ya había hecho su elección, iba a jugar hasta que se cansara “ nadie sabrá nada” volvió a repetirse una vez más como lo hacía cada tarde al llegar a su casa, tomo la llave y la introdujo, un aroma a aderezo flotaba en el aire, cerró los ojos y sonrió, desabrocho los botones de su terno y se lo saco, cerró la puerta y tiro el saco gris en el perchero
-amor- dijo fuerte mientras se desabotonaba su camisa blanca- ¿Aida?- dijo frunciendo el ceño-
¿Aida dónde estás?- dijo entrando a la cocina, su comida estaba servida ahí, se giró y subió corriendo a la habitación- AIDA- grito mientras corría a su cu