Es una historia en dónde se muestra la otra cara de la adolescencia. Cómo la protagonista Bella, vivió su adolescencia tras una pandemia y como tuvo que madurar sin salir de casa, sin poder ser social, con miedo a que sea su último día de vida y no poder haber tenido una adolescencia normal. Soñaba por un día mejor, un día en que su depresión y ansiedad no la dañaran. Además de problemas en casa, problemas económicos y lo que más le afecto: una amistad dañina y llena de veneno. No toda amistad dura para siempre y menos si es tóxica. Siempre te tienes que poner a ti primero, la felicidad tuya es solo tuya, no para otros, y de eso tienes que estar satisfecha o satisfecho; de que, aunque la gente no sonría o sienta esa felicidad, tu si la sientes y estás cómoda o cómodo con ello. Después de dos años de pandemia ya se sentía feliz y libre. Aunque dos cadenas la seguían arrastrando. Ella tuvo que seguir adelante con o sin las cadenas, y aprendió a vivir con aquellas cadenas, arrastrándolas por el resto de su vida o hasta que aprenda a soltarla. Recuerden, no es malo sentir dolor, lo malo es no poder manejarlo o sanarlo.