La fe siempre habita en nosotros, al igual que la incertidumbre. Nos aferramos a ella como lo haríamos a la ilusión de una promesa. Si sabemos que no hay salida... ¿Por qué creamos la necesidad de aferrarnos a una ilusión como última instancia para socorrer nuestra alma? Aquí ya no es válida la fe. La fe es nuestro auto-consuelo para alivianar la pesadumbre de nuestra alma, no para salvar nuestra vida.All Rights Reserved