A veces, cuando dos almas perdidas logran encontrarse se puede producir una magia inexplicable e irrompible uniéndo sus caminos para siempre.
Durante lo que parecieron siglos, todo fue dolor, una tortura diaria, hasta que se rindió al trato de Alastair. Pero inesperadamente se encuentra de nuevo en la superficie, el mundo de los vivos; no sabe donde está ni como está vivo, pero la culpa y los oscuros recuerdos del infierno parecen consumirlo de a poco.
La vida de Harry nunca ha sido perfecta, pero eso estaba bien, después de todo era lo que se esperaba de él, un gran empleo como Auror, a punto de convertirse en jefe del departamento, con la valiente y tenaz ex-jugadora de Quidith, Ginny Weasley del brazo, un gentil ahijado y dos hermosos hijos, James y Albus, junto a otro en camino. Su vida, al menos desde afuera, parecía perfecta, pero las apariencias engañan.
Ginny se ha ido, Harry ahora tiene a un preadolescente, dos niños pequeños y un recién nacido que cuidar; todo es demasiado, debe hacer algo pronto, por sus hijos y por el.
¿Qué pasaría si una preadolescente entrara al juego del calamar? Todos los jugadores tienen deudas, problemas, algo que los llevó ahí... pero ella no.
Nadie le dio la tarjeta, nadie pensó en reclutarla. Sin embargo, no podían sacarla.
Era demasiado tarde; ya era parte de los juegos.