Todo aquel que se hacía llamar cocinero sabía sobre aquella chica, hanabi nakiri, nieta mayor de Senzaemon Nakiri, hija de aquel chef, el mismo que no podía ser nombrado si por error. Senzaemon vio lo que ocurrió con hanabi y no permitiría que pasara lo mismo con Erina Hanabi era una lengua divina pero tenía algo especial el olfato divino. Su padre desde tu tercer año de vida la trataba como un objeto más para llegar a la perfección. Cuando fue salvada por si abuelo era algo tarde, no era la misma niña.