Llevo un año tratando de ponerle nombre, título y emoción a todo aquello que he sentido, siento, pienso y me pregunto. No sé si en estos 12 meses he sido capaz de encontrar las palabras adecuadas en el contexto adecuado con la explicación adecuada. Pero lo que si sé, es que hay verdad, mucha verdad, independientemente de si estas de acuerdo conmigo o no. Si lo pone, es que así lo pensaba o sentía. Y da igual si lo que lees no coincide con lo que crees conocer de mi. Vivo un 95% del día dandole vueltas a todo lo que me rodea y no con todo el mundo comparto mis inquietudes de alta intensidad. Así que es muy probable que te sorprendas, pero hay verdad.
Por otro lado, disculpad la sumamente elevada incontinencia verbal que tengo, no puedo no decir algo que quiero decir, me quema dentro y debo sacarlo, no importa cómo ni cuándo. Esto da igual cuando lo leas que me seguirá pasando.
Siendo sincera, no sé si aprenderé a vivir nunca, ni que es lo correcto, ni en qué dirección quiero construir mi vida, pero dentro de lo que cabe he sabido explicar los cimientos vitales que tengo por el momento. Siento totalmente imposible evitar compartirlo.
Porque como he dicho antes, me quemaba dentro.
Espero que lo disfrutéis casi tanto como yo escribiéndolo.
-A flor de piel-
Al defender a su familia de un asaltante y morir, Alicia es transmigrada a un mundo del matriarcado, donde las mujeres son el pilar y las que mantienen a la familia, mientras los hombres son los que se quedan en casa.
Lo más sorprendente para Alicia no es el sistema en el que se rige la sociedad, los hombres, que no solo son los que dan a luz, si no, que se dividen en dos.
Los oro, la clase baja que tienen tendencia a dar a luz a otros hombres.
Y los jade, la clase alta que tienen tendencia a dar a luz a mujeres.
No solo eso si no que al ser las mujeres un bajo porcentaje, las familias se conforman por un harem de hombres, los cuales no son vistos más que como máquinas de hacer bebés.
La imagen la saque de internet créditos de la imagen a: "Alya".