Si había algo que a Raizel le perteneciera por derecho, era el alma de su contratista humano, aquella que Frankenstein dio con total entrega. Frankenstein había prometido su alma, a un limbo entre cielo e infierno, y si alguien tenia derecho sobre él, solo podía ser su maestro. ~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~ Drama y angustia Frankenstein y Raizel