Soy muy aficionada del gimnasio, no puedo faltar porque dependo emocionalmente de el y según mi psicóloga dice que es algo malo pero eso no es el problema. Sino que estos últimos días no he podido ir al gimnasio porque he tenido una incomodidad allí abajo y mi madre me ha recomendado que vaya a visitar a una ginecóloga y pues le hice caso. El inconveniente es que por mi trabajo tengo que ir al hospital donde estoy asegurada pero intente buscar a alguna mujer ginecóloga pero me fue imposible, la única que había estaba de vacaciones y no regresaba hasta dos semanas y no voy a aguantar tanto con esta incomodidad y leve ardor, así que no me quedó mas remedio que separar una cita con el ginecólogo que estaba disponible. Me sorprendió que el doctor que me tocó es muy joven y guapo ha decir verdad pero eso no es lo importante, me sentí un poco incomoda al saber que me iba atender un hombre y no una mujer. Me tendió una bata y me la puse, mientras el llenaba algo en su computador me recosté donde me había indicado anteriormente. Lo que no sabia que pasaría fue hasta que mi grito salió desde lo mas profundo de mi, tanto que el doctor salto del susto por el grito desgarrador que solté. -¿Que sucede señorita?-pregunta el aterrorizado y lo quedo mirando fijamente antes de que estos se empañen de lagrimas, segundos después llegó el coraje y el odio. -¡IMBECIL SOY VIRGEN!-grité y fue cuando la vista del doctor cayó sobre la cosa fría y tosca que había introducido en mi vagina, estaba con un mínimo manchado de sangre. -YO...yo....