Incluso la más radiante estrella se acaba desvaneciendo. No hay excepción. Arrasa con todo tras su muerte. Una inmensa explosión que convierte en nubes de polvo todo aquello que le rodea. Cenizas. Y en eso se había convertido Ivy Edwards. Una gigantesca avalancha de cenizas. El efecto colateral de una serie de tristes acontecimientos. Adelaine Forbes había escapado. Cambió su apellido y se tintó el pelo. Ahora también lo tenía más corto, y sonreía un poquito más. Tocaba la guitarra, vivía en un pequeño apartamento y juraba que ya no tenía tanto miedo. Pero todavía sufría pesadillas. Las cicatrices aún eran visibles. Temía bajar la guardia, y que él volviese a su vida. Una casualidad en un bar clandestino. Miles de letras de canciones. Un pequeño mundo entre cuatro paredes.