Aemma supo, en el instante en que Lucerys alzó la daga contra Aemond, que su vida nunca volvería a ser segura. Y si algo la aterrorizaba por completo, era la idea de perder a su familia. Muy joven comprendió que ser solo una princesa no bastaba para proteger a sus hermanos ni para asegurar su derecho; después de todo, su apellido no los había salvado de ser llamados bastardos. Necesitaba poder.
Siete años después, la calculadora, ambiciosa y en absoluto frágil princesa regresa a las puertas de la Fortaleza Roja, dispuesta a sumergirse en las intrigas de la corte.
Lo que no anticipó fue la guerra que librarían sus propios sentimientos por los príncipes Aegon y Aemond, ni cómo estas emociones podrían alterar el rumbo de sus planes... y su camino hacia el poder.
[Aemond Targaryen/Lucerys Velaryon]
El final es más inesperado de lo que ellos pensaron que sería. Ya no hay nada de lo que arriesgaron por ganar, la guerra les ha arrebatado todo. Solo están ellos dos, al final de todo, con las magulladuras frescas y el ego herido.
Rocadragón es el único lugar donde se les permite esconderse, y rezar, y comer e intentar vivir con los fantasmas. Además, hay dos niños corriendo entre sus pies.
O: Aegon y Jaehaera no se convierten en reyes, sino en la única razón de continuar para Lucerys y Aemond.