Ella llevaba un gran remordimiento, talvez no fue su culpa o talvez sí por no haber hecho nada para evitarlo y por eso hay días en los que se culpa así misma de lo que había pasado. Las voces en su cabeza empeoraban con cada día que pasaba y no podía entender si realmente esas voces querían dañarla o salvarla del peligro, su confusión aumentaba y con ello la locura y el misterio se fomentaban. Este era el grito que su alma y mente proclaman... "Ayúdenme, por favor que alguien me ayude". Y estás eran las preguntas que siempre la carcomián... ¿Me escuchará alguna persona? ¿Llegará a tiempo para salvarme? ¿Y si ya no hay nada que salvar?. -El alma puede morir incluso antes que el cuerpo-