Katsuki estaba harto. Harto de Deku, de no ser suficiente para él, de no ser más que un amigo. Harto de que no notará que le gustaba, que todos sus acercamientos fueran para algo más que reforzar su amistad, de llorar de impotencia y dolor al no ser considerado siquiera como un prospecto a novio. Estaba harto de ser invisible para él, así que pensando en eso, tal vez ya era el momento de rendirse, de dejar atrás sus intenciones con Izuku y marcar distancia. Era el momento de rendirse.