Porque hasta el más santo puede caer en la tentación, más aún si ese pecado tiene por ojos unos hermosos océanos y labios rojos como la manzana más dulce. ¿Quién podría culpar a ese pobre sacerdote de caer ante la belleza de un ángel? ¿Cómo podría él distinguir si se trataba de un ángel de luz o... de la noche? "Aquel que esté libre de pecado, que tire la primera piedra" Como ya saben, los personajes no son míos sino de Rumiko Takahashi. Sin embargo la historia es completamente mía, por lo que no permito adaptaciones sin mi previo consentimiento. Es una historia con un tema sensible, no apto para todo el mundo. Se recomienda discreción.