Esther nunca pensó que encontraría el amor en Pontevedra gracias a una simple pregunta: «¿podrías permitir que te admire por cinco minutos si te pago 5€?», y él, un desconocido de ojos azules, contestó: «negociemos, ¿cuánto me pagarías si me quedo aquí por una hora?» No fue casualidad que tropezaron en la misma cafetería, absortos en sus mundos, colisionando cual almas enamoradas. Si no crees en el destino, no sabría cómo describir esta romántica historia. Todos los derechos reservados © Sonia K. Hernández Portada gracias a @Lauberriv
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