Él era el ser más hermoso con el que jamás se habían topado tus pupilas.
Con su piel blanquecina, ciñéndose a su pulcra musculatura, recordándote las esculturas de los santos que se posaban en las más ornamentadas Catedrales.
Con su cabello rubio cayendo salvaje y desordenado, acariciando su rostro, sus orejas y su cuello, tan suave como dedos acariciando las páginas de los libros del Convento.
Con sus ojos carmesí, que brillaban con esa chispa incesante de excitación, explosivos, altaneros, aterrorizantes...
Y que gritaban a los cuatro vientos toda la lujuria que sentía por ti.
Él era tan hermoso que asustaba.
Como cualquier ángel.
Pero también poseía un corazón oscuro.
Con una insaciable sed sanguinaria.
Y sólo tenía en mente una cosa.
Tu alma.
Y ni siquiera el Padre Gogo,
ni toda la Orden,
podrían persuadirlo de renunciar,
de incitar al cordero más dulce para pecar.
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Los personajes son propiedad de Kōhei Horikoshi
Las imágenes y fanarts tampoco nos pertenecen, todos los créditos a sus respectivos creadores.
¿Qué me hiciste Uraraka? ¿Me has hecho un amarre? ¿O un hechizo? O peor aún... ¿me has enamorado?
En medio de tu piel, del delicioso aroma de vainilla, tus dulces gemidos y esos ojos encantadores has logrado confundir lo que realmente sentía por ti. Cara de ángel no me dejes. Quiero estar contigo sin importarme lo que me cueste.