¿Yo? Yo soy una mota de polvo en lo que este mundo puede suponer. Al igual que todos los demás. Esclavos de algo que ni siquiera conocemos, pero suficientemente grande como para tenernos bajo su custodia. Faltan segundos para que crucemos la barrera. Miro por la minúscula ventanilla para echar un último vistazo al lugar que anteriormente había llamado hogar. Involuntariamente una lágrima se escapa de mi ojo, justificando el agujero que siento en el pecho al saber que jamás volveré a entrar...