Lo único que tenía que hacer era serle Leal, tanto a su mejor amigo, como a su propia esposa. - ¡Eres la hija de mi mejor amigo! -grita exasperado, Annabelle lo veía con cansancio - ¡Y aún así me amas! -le grita de regreso, ambos estaban diciéndose de cosas a centímetros de sus caras - ¡Estoy casado y tengo hijos!. - Eso no te importó -le susurra con dolor, lagrimas bajaban por sus mejillas-. Eso no te importó todo este tiempo dónde me has estado jurando amor. Ya no es tan solo la diferencia de veintiún años, era el hecho de que se había enamorado de la niña que vió crecer, la hija de su mejor amigo.