"Arlo, eres mío y solo mío" Lancelot declaró con sus manos llenas de sangre y una sonrisa lejos de ser tranquila en sus labios. "Ven a mí. Déjame abrazarte" Con sus brazos abiertos, esperó pacientemente que me acercase. El alfa que acabó con la vida de un bastardo atrevido, era aterrador en todos los sentidos. Sin embargo ese alfa desquiciado, era mi única opción para mantener mi cabeza y cuello unidos.
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