Harry Potter odia a Severus Snape; esto es lo que puede saltar a la vista de quien mira desde afuera, pero la verdad es un poco menos sencilla: Harry no odia al profesor, solo le desagrada su actitud evidentemente. Por ello Harry siempre intenta molestar a Severus, pero en una de esas ocasiones en la que le había jugado una inocente broma al profesor, Harry termina siendo atrapado antes de poder hacer algo y siendo castigado por Snape, después de clases se encuentra ayudando al mismo con algunas tareas molestas, como cargar cajas o organizar cosas. Este odioso castigo termina siendo una ventaja, ya que permite que Harry descubra algo nuevo del frío profesor que le permitirá romper esa fría actitud, lo que había estado intentado conseguir.