La guerra había comenzado y todo era cuestión de tiempo para definir quien estaría al mando, sin embargo que caprichoso es el destino y cuan complicados son sus caprichos. El dragón de Aemond estaba tan cerca de mi que todo el cuerpo se me heló, lo único que pude hacer es intentar cubrirme con mi capa, no sentí nada más que dolor despues de eso, sin embargo un calor me invadió despues y la pesadez me altero. -Luce. - Escuche de pronto una voz, cuando mis ojos lograron enfocar vi a Aemond a mi lado, vi al rededor a mucha velocidad estaba en una cama con el a mi lado, pero este Aemond se veía muy distinto, tenía dos ojos azules y me miraba preocupado. -¿Aemond?.-Estaba confundido, por que tenía otro ojo, por que parecía preocupado y por que yo me sentía perfectamente ileso y solo un poco asustado.