Él, como futuro rey de Egipto, colmaría de los mejores obsequios a su bello loto. Y si él se lo pidiera, le entregaría el mundo entero. Cada ciudad sería conquistada en nombre del perfecto ser. Se encargaría de darle todo y de ponerlo en la cima de todos, donde la gente podría adorarlo. Y nadie más que él sería capaz de saborear los placeres de su compañía.