Prólogo Él tomó mi mano sutilmente. Yo fingí no tomarle mucha importancia. Pero el sentir mi mano cómoda dentro de la de él, debió de haber sido obvio, porque él me miró y se rio con aires de satisfacción. Ya habíamos recorrido gran parte de la playa y el sol se estaba ocultando tras el horizonte. Era un escenario increíble. Yo ya llevaba varios meses ahí, y no había podido apreciar un paisaje así más que unas pocas veces. Y tal vez no solo era el escenario, indescriptible, lo que volvía a ese momento perfecto, si no el hecho de poder compartir ese increíble paisaje, con esta increíble persona. En ese momento me di cuenta realmente de cuan perfecto era todo. No solo el momento. Todo se había vuelto perfecto desde que él llego. Los días no se arruinaban, solo habían pequeños percances. El clima no estaba frio, si no que el sol se guardaba para más tarde. No habían momentos tristes, solo que la felicidad se habría retrasado un poco en llegar.