Si las personas pudieran vivir a base de muerte, Makaria viviría aunque atraviesen su corazón con una daga de metal. Podría haber muerto tantas veces, que le tomó el gusto. Había perdido el miedo sobre lo que le podría ocurrir, y en consecuencia, ya no le temía a nada. Bueno, eso creía. Vivía como si nada podría hacerle daño, como si fuese el ser más poderoso en la tierra donde ella era y hacia lo que todos temían: La muerte. Pero, después de todo, Makaria vio la muerte a la cara siendo una niña y mientras veía en primera fila la desaparición de su sangre, conoció a sus mejores amigos: La venganza y el poder. Su único problema, era Hudson Sinclair.