Los salvo, siempre los ayudó y protegió, siempre estuvo ahí para ellos, y todo para que...para traicionarlo y acusarlo de traidor por unos simples rumores, exiliandolo de la ciudad que llegó a considerar su hogar, donde siempre lo dio todo de sí por cumplir su sueño.
Pero hubo dos personas que permanecieron a su lado, creyendo en él aún si se ganaban el odio de toda la ciudad: Su anhelo dorado, aquella hermosa princesa que fue su inspiración, y su hija, aquella pequeña niña que conoció en el Calabozo y salvó aún siendo un monstruo.
Ese día, el héroe y la princesa comprendieron lo podrido que estaba Orario, una ciudad de dioses arrogantes que solo piensan en su poder, y decidieron que de ahora en adelante lucharían por ellos mismos y su pequeña.