Bruce no conocía a una chica que le diera ganas de ser respetuoso, que, con una mirada, le hiciera contenerse de besarla. Hasta que llegó ella. No era un buen chico, ni siquiera un ejemplo y no le importaba, pero cuando Mar estaba cerca no podía ser malo, al menos no con ella. Y no entendía por qué no podía acercarse con las intenciones que quería. Por culpa de aquellas cosas tan estúpidas, perdió la primera oportunidad que tuvo. Pero volvió, y el volver a verla le hizo entender que si no fue suya, lo sería, y que aquellas emociones que una vez sintió no las volvería a sentir. Bruce sólo quería poseer a Mar, y Mar quería... ¿Mar qué quería? Pasaron dos años y ninguno es el mismo.