Alex se rompió la pierna hace unos cuantos días, días en los que el tiempo no pasa, como un reloj de arena estancado. Los días se vuelven una estricta rutina: mirar televisión, mirar su teléfono, mirar el techo. Un día, alguien le envía un mensaje: «Hola, amigo». Él no sabe quién lo envía. Ni quiere saberlo. A la usanza de un buen relato, lo mejor se deja para el final
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