Limitada por la ley. Así es exactamente como siempre se ha sentido Brooklyn Davis. Con su padre siendo uno de los agentes más importantes del FBI desde que puede recordar, Brooklyn ha crecido rodeada de normas. No pueden verla saltarse un semáforo, aparcar en doble fila o plantearse siquiera robar un caramelo. No tiene opción, debe comportarse como una ciudadana modelo si quiere mantener intacta la buena reputación de su padre. Esa es la única razón por la que sigue fingiendo que no rompe un plato. Pero cuando regresa a su ciudad por el verano y se encuentra con que va a tener que compartir casa con el equipo de agentes de su padre, es imposible que su fachada no se tambalee ante tanta testosterona. Durante su estancia solo habrá una regla: no acercarse a Brooklyn a menos de dos metros de distancia. Y a ella le parece bien, al menos hasta que se encuentra con los profundos ojos grises de Dylan Blake. El único agente que ha conseguido que a Brooklyn le tiemblen las piernas con algo más que miedo. Dylan son todas las señales de peligro que Brooklyn siempre ha evitado. Pero la ley tiene dos caras. Y, sin querer, puedes encontrarte a un roce de lo prohibido. Primera parte de la bilogía Somos LeyAll Rights Reserved