Ad Eternum

Un tiro en la cabeza. Eso pensó ella que bastaría para suicidarse. Apretar el gatillo, cerrar los ojos y abrirlos. Con eso sería suficiente para ver, otra vez, a sus dos pequeños brutalmente asesinados. Pero al abrirlos, lo que encontró fue el mundo de hace diecisiete siglos, y ella tan viva como antes, o tal vez, más. Ya no podía morir, como si el universo la hubiera maldito de la forma más cruel posible. Los registros de la historia la conocerán por muchos nombres. La gente la temió y reverenció desde muchísimos sitios. Al fin y al cabo, fue el motor que dio forma a nuestros tiempos.
Algunos dicen que es el efecto mariposa. Otros, un desliz en los planes de Dios.
Para ella no fue más que una maldición, y no cesará hasta encontrar la forma de detenerla.