
El, era la causa de mis más locos poemas... Sus ojos, no eran azules; pero me llevaban hacia lo más alto del cielo; sus labios, aquellos que tuve la fortuna de probar, eran tan dulces; su voz, todo lo que decía era perfecto... El era caos y orden, el era paz y era guerra, era una tormenta perfecta... mi tormenta perfecta.All Rights Reserved