Quién iba a pensar que justo cuando estaba en el mejor momento de mi vida el mundo iba a ponerse en mi contra y que en lugar de estar en nuestra cama enredados en los brazos del otro, dándonos mimos y diciéndonos lo mucho que nos amabamos yo estaría sentado al lado de su tumba hablándole por horas y arrepintiendome de no haberlo cuidado lo suficiente...