Derrota tras derrota, era lo que obtenía el equipo mexicano en los partidos "amistosos". No hay problema, es solo un juego decían; si bien este no es el caso, había mucho más en juego que las otras veces. El partido estaba por finalizar, la selección debía anotar un gol para quedar empate, la tensión permanecía en el aire. En los últimos minutos un jugador contrario se acercó a la portería y con bastos esfuerzos anotaron el segundo gol; el partido había concluido y los abucheos por parte de las gradas no se hicieron esperar.