Messi, aunque sea Omega, no le tenía miedo a todos los Alfas que se cruzaba en la cancha de fútbol. Cuando ganó el partido a los Alfas y Betas Mexicanos, caminó victorioso con una sonrisa de oreja a oreja, celebrando con todo su equipo. Todos los Mexicanos lo vieron celebrar, aumentando su odio hacía el Argentino, también a sus compañeros, pero en especial a él.
Menos Ochoa, que lo observaba curioso. Lionel siempre hacia ver cómo si él estuviera bien y fuera fuerte todo el tiempo, pero él sabía que no. Y lo más importante, sabía que Lionel no era Alfa. Sospechaba de ello, ya que cuando se saludaron de abrazo amistosamente, pudo sentir fuerte el aroma a medialunas de la Pulga.
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One Shot.