Alicent intenta apurar su paso para llegar lo más pronto posible, intentando negar en su interior la verdad, esperando que él no esté en esa habitación de parto. Obviamente los Dioses no la escuchan, pues efectivamente es Aegon quien está presente al lado de la cama, como lo ha estado en los partos anteriores, sosteniendo la mano de su hermana mayor, de la madre de sus bastar-, de sus bien amados sobrinos.
El susurro de hace cuatro años llega a su mente.
Un hijo por un padre ¿No le parece un intercambio justo, mi Reina?