No tiene final feliz.
Zewu-jun no sabe cuántos días o semanas pasaron desde su encierro, tampoco le interesa. Su corazón tiene un vacío que duele en cada pensamiento, palabra o alucinación de aquellos hermanos jurados.
Gi-Hun busca acabar con los Juegos, pero no sabe que In-Ho, el hombre tras la máscara, arriesga todo para protegerlo. Entre la tensión de los retos y las miradas, ambos se acercan peligrosamente, atrapados entre el deseo, los secretos y un sentimiento que podría destruirlos.