Los sollozos que daba el jóven chico de cabellos negros estaban tratados de ser ahogados al recordar con amargura como pudo observar a sus papás, a sus hermanos, y a sus tíos llorando en el momento en que cerró los ojos. Una cálida mano se posó en sus desordenados cabellos negros, en un tacto tranquilizador, levantando la vista, pudo ver a una mujer alta, con largos cabellos dorados, un rostro cubierto por un borrón blanco en todas sus facciones y vistiendo una bata blanca larga sin manga, la mujer desprendía un halo de luz blanquecina. "Lamento que nadie haya estado ahí para calmarte". Dijo, denotandose arrepentimiento y tristeza en su voz. "El puesto ha estado vacante por años". Dijo, un deje de tristeza y decepción en su voz calmada. El pelinegro sollozó antes de murmurar. "N-no soy el único.... Al q-que le ha p-pasado esto, v-verdad?". Preguntó entre sollozos y hipidos. La mujer miró a otro lado su cuerpo dando señales de estar dolida. "Eso me temo". Dijo, mientras acunaba el rostro del más jóven con su mano. "Eso no es justo....". Un suave murmullo triste salió de sus labios, más calmado. La mujer miró al suelo grisáceo del ambiente lugubre, soltando un suspiro entre la tristeza y la resignación. "Lo sé.... Lo sé, pero eso puede cambiarse". Dijo, un apice de esperanza en su voz. La mujer volvió su vista hacía el. "Te gustaría ser el que calmé a los recién llegados y los guíe con tranquilidad?" Preguntó, acunando el rostro del más jóven entre sus cálidas manos. El jóven asintió fervientemente. "Lo haré, nadie merece pasar por esto solo!". la determinación en su voz hizo sonreír a la mujer. "Entonces a partir de hoy lo harás, dime tú nombre, pequeña parca". La mujer acarició los cabellos en un movimiento tranquilizador. "Soy Monkey D. Luffy". El pelinegro dijo, su rostro mostrando la pura determinación que sentía". La mujer dió un beso en la frente del más jóven. "Bienvenido, Luffy, sé que lo haras bienAll Rights Reserved
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