Más allá de un vínculo consanguíneo, de lo que dicta la sociedad, los hermanos son esa parte de ti mismo que jamás podrás ignorar. Un amigo, un confidente, un compañero de vivencias.
Pero..., ¿qué sucede cuando la acaramelada miel del romanticismo mete sus manos inoportunamente en estas relaciones?
Desde incluso antes de saber el nombre de lo que sentía, Katsuki había estado loco de amor por el chico amante de los héroes. Sus ojos, sus pecas, su cabello alborotado, su personalidad y todo lo que hacía ser a Izuku, Izuku, había cautivado el tierno corazón de Katsuki. Pero con el transcurso de los años, sus sentimientos y moral tomaron caminos diferentes. Su moral le recordaba que un enigma no podía emparejarse con una casta dominante, que los hermanos no deberían establecerse como pareja y que era mayor para él. Mientras que sus sentimientos, sus más arcaicos instintos, le exigían volver a ese alfa suyo, someterlo con besos y seductoras tentaciones hasta que cayese víctima de su inconmensurable amor.
Sin embargo, de un momento a otro, su estrecha relación con Izuku tomó un giro preocupante. Izuku empezó a evitarlo, las horas que antes pasaban juntos se redujeron a la nada absoluta, los mimos que entre ambos compartían desaparecieron en el frío espacio de la desolación y el muchacho de apenas diecisiete años cayó en un pánico absoluto.
¿Por qué el hombre que antes mataba por pasar tiempo con él ha empezado a rechazarlo? Pero más importante aún, ¿por qué carajos huele a labial de cereza cada vez que regresaba de la universidad?