Cuando el monstruo salió de debajo de la cama, la niña, lejos de asustarse, se abalanzó sobre él, lo abrazó y se lo "comió" a besos. Con su dulce e inocente voz le dijo: ¡Te quero! A partir de ese momento el monstruo se vio en la necesidad de reprogramar su misión en el planeta Tierra.