Todo empezó con prisa, mi mundo cambió por lo rápido que daba mis pasos y el destino me hizo colisionar con mi futuro, así como algunos decían era un nuevo capítulo de mi vida. Enamorarse, lo que muchos esperan, como si aquello tocara tu puerta. Enamorarse era difícil si no sabías amar y yo no sé amar, de mi familia solo reinó el odio, mamá murió y papá me hacía sentir que no era suficiente, por muchas cosas que el quería que hiciera. Él solo quería que fuera perfecta, como la marca de mi nacimiento, un triángulo con los lados perfectos, de ahí viene mi nombre, Delta, que para muchos es un signo matemático sin ninguna importancia, Delta, significa cambio. Mi madre veía las caras del triangulo como 3 maneras de vivir la vida; como es, como debería de ser y como decides que sea. Lo único que decides en tu vida es tu trabajo, pero tu no decides que sentir. Yo no decidí enamorarme de él, un futbolista de sonrisa perfecta, Pedro, así su nombre era, pero quería que lo llamarán Pedri, nuestras vidas no eran rectas como pentagramas eran torcidas que llegaron a enredarse, parecía que nuestras almas estaban conectadas para acabar en un nudo que nadie pudiese deshacer.