He Xuan había consumado su venganza, había tomado la vida de Shi Wudu y dejó en la ruina a Shi Qing Xuan... Sin embargo, una pregunta rondaba en su cabeza lastimeramente: ¿por qué no podía dejar de pensar en aquella cálida sonrisa y los ojos claros que parecían el mar en calma?
No podía permitirse tales pensamientos, era el Rey Fantasma que dominaba las aguas, podía hacer cualquier cosa, excepto pagar su deuda estratosférica con Hua Cheng, pero no comprendía por qué en su mente seguía rondando esa voz llamándolo "Ming Xion, Ming Xion, Ming Xion".
Parecía una ironía absurda, estaba siempre de mal humor, pero el viento lo envolvía tal como si estuviera tatuado en su cuerpo y su piel...
Entonces, una idea oscura se posesionó de su mente... ¿Si lo buscaba de nuevo? Pero, ¿cuál sería el resultado? No sabía si lo asesinaría, lo secuestraría o lo tomaría para él mientras gemía su nombre en el calor del momento... ¡Pero qué demonios! ¡Eso no debía siquiera figurar en su mente!
Lo que Aguas Negras no sabía es que en ese momento comenzaría una espiral de locura de la cual no podría escapar, siempre se había burlado de su compañero carmesí, pero parecía estar infectado con el mismo mal, un amor desbordante que lo haría sentir desesperadamente confundido.