Ningún nombre. Solo una letra. Una simple letra que no significaba nada o significaba mucho. Esa letra era "K". Una letra que no podrías olvidar. Una letra con un mensaje bastante sucio, oscuro. Ojos azules y piel blanca. Solo eso. No había más. Podrías verlo en el tren a mitad de la tarde observando a los pasajeros con ojos soñadores, algo locos, quizá un poco melancólicos. Podrías verlo y sentir su presencia y quizá con mucha mala o buena suerte te arrastraría a un hotel para que hicieras con él lo que desearás, besarlo, tocarlo incluso golpearlo, las posibilidades eran muchas, debías decidir cuál usarías para él y para ti mismo. No había reglas, no había nada que no pudieras hacer, sólo un par de cosas, no volverías a verlos después de eso y jamás te diría su nombre, ese era un secreto que se llevaría consigo. Si insistes te dirá esa letra: "K"
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