Estaba en pleno verano cuando decidí visitar nuevamente el Museo Elder. Llevaba visitando este lugar desde que tenía 6 años e iba al colegio, por ello sabía lo que encontraría, pero de igual manera deseaba comprobar las nuevas exposiciones. Pero lo que encontré fue muy diferente a lo esperado. Cuando estaba en la entrada vi a una familia, por el acento del padre supe que no eran de la isla, asimismo lo que se llevó mi mirada fue su hijo. Pero rápidamente cuando me devolvió la mirada decidí entrar y centrarme en mi visita. Poco después entré dentro del planetario puesto que lo encenderían. Mientras esperaba vi nuevamente a la familia de cinco miembros entrando y llámalo casualidad o destino pero el chico cuyo nombre era Óscar se sentó delante de mí. Llevaríamos 15 minutos de proyección cuando escuché una voz, su voz, me preguntó si me aburría ¿en serio pensaba que estaría ahí si no me gustase?, yo le respondí que no, sentía una gran fascinación (claro esto mediante susurros). Luego yo seguí por mi lado hasta que salí del museo para ir a coger una guagua hasta mi casa, pero sin embargo no había ni cruzado la calle cuando escuché su voz nuevamente. Me preguntó si estaba sorprendido de ver a alguien de nuestra edad en un museo, de hecho preguntó si me habían obligado a ir. Yo le contesté que no, de hecho estaba allí por el amor al conocimiento. Poco después se debía ir para seguir haciendo turismo, pero no antes de pedirme mi nombre de instagram. Sin saberlo ese día conocí a la primera persona que provocó mariposas en mi estómago. Sin saberlo conocí al chico con el que había soñado tanto tiempo. Sin saberlo obtuve a un amigo, un mejor amigo, alguien para reír. Sin saberlo se me presentó a un futuro biólogo marino. Sin saberlo nuestros destinos se cruzaron para no separarnos. Sin saberlo conocí a mi actual esposo. Sin saberlo le conocí.All Rights Reserved
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