Años han pasado tras la graduación de la preparatoria Haramaku, cuando Tomoko Kuroki se despidió de las amistades que pudo hacer a pesar de sus deficiencias como persona. Quizás nunca estará conciente de las profundas marcas que dejó en la gente a su paso y no se detenga a pensar en la cantidad de amigas y conocidas que tiene registradas en su celular. Ni siquiera repara en los constantes mensajes y llamadas que le hacen sentir acompañada en todo momento.
Saca la última prenda húmeda de la lavadora y echa otro tanto de ropa mientras sonrie recordando a la niña tonta que soñaba con ser traficante de armas y la compara con la adolescente idiota que quería ser escritora. A estas alturas de su vida, la niña parece haber tenido mas exito y sin siquiera proponérselo.
Mira a su pequeño hijo jugando a la casita con su prima, a veces siente que se burlan de ella y su marido, pero solo son unas crias, sigue con la ropa y un mensaje le llega al celular, es Masaki.
"Mi amorcito me dió un paquete de chocolates, pero parece que es mucho para nosotras dos, nos vemos hoy para repartirlo."
A Tomoko le hacen gracia las claves de su amiga, pues considera que si alguien monitorea sus conversaciones, sin duda ya habria descubierto un patron facil de seguir.
"¿Donde siempre?"
"Si"
"Bien, llevaré a los niños"
La mujer guarda su celular y se apresura a colgar la ropa, ignora a los niños discutiendo por algo, aun no se merecen un regaño. Cuelga la ropa en el balcón posando para su acosadora, aunque quizas no esté a esta hora. Se quita el mandil, recoge su pelo y toma el monedero.
-¡Niños, nos vamos a la calle!
Las crías dejan sus gritos y corren tras Tomoko con actitud feliz y obediente. Podría arreglarse un poco mas, pero considera que esta pinta de ama de casa desobligada es apropiada para no levantar sospechas. Una sonrisa infantil se le escapa al pensar que se siente como una espía o algo así, aprovechará la vuelta para comprar viveres y desinfect
Tercer libro de la serie amores de la mafia [EN PROCESO]
Crecer como la hija de uno de los capos de Italia solo tiene una ventaja -tener un matrimonio asegurado-, y para mí no es una ventaja porque tener matrimonios concertados solo te convierte en la esclava sexual y fábrica de bebe. Cosa que me niego rotundamente a ser.
Pero vivir en una ciudad donde tu padre tiene ojos en cada esquina y miles de voces que le informan las cosas antes de que pueda suceder es una tortura y esa tortura me llevo a contraer matrimonio con él, Alessandro Lucchese.
Esta es una historia que me pertenece en su totalidad. No permito ni acepto copias, adaptaciones, reproducciones, transcribir o trasmitir por cualquier medio físico o mecánico sin mi consentimiento.