«Yo, en cambio, soy la otra cara de la moneda. Mira que tengo sueños, mira que me gusta saber que están ahí, pero nada, no hay manera, no se me presenta la oportunidad de usarlos. Sea miedo, sea impotencia, sea por que caigo, por que me levanto, por que no sé cómo se actúa... las cosas se terminan quedando en el mismo sitio. Aunque si algo aprendí de ti fue que se puede morir mañana. Que se puede morir mañana y quizás ya no tenga tiempo para lanzarme. Así que creo que voy a decirlo antes de que se haga tarde; «Te amo, cariño» »
Ayer, la cintura de Julieta medía unos sesenta y dos centímetros. Unos cuatro milímetros menos que ayer Tiene veinticuatro años y cada vez que se mira al espejo es, como que se le cierra el estómago. Acaba de rechazar a su amiga por exigirle que acabe su desayuno como dios manda. Ha mandado a la mierda a su posible novio, si buscara alguno, por decirle que el día que menos se lo espere caerá como muerta en mitad de ninguna parte y acabará despertándose, si tiene suerte, en la camilla de un hospital. Michèl es el único que no la juzga, así que nada mejor que pasar un rato en sus oficinas portátil de nueve pulgadas en mano y una historia que escribirle.
Dicen que a veces solo basta un beso para que todo al rededor se vuelva patas arriba, y Julieta, da fe de ello; ¿Qué pasó después de ese beso? ¿Qué hizo Bruno para terminar de ganársela? ¿Qué pasó esos días para que Michèl cambiara tanto de opinión? ¿Quién es de verdad Jona? ¿Qué hizo que Violetta dejara su miedo tan lejos y se lanzara?
¿Y si todo cambiara a raiz de un beso? ¿Y si los malos no tan malos, los secretos, las miradas sin fin alguno y los nuevos amores cobraran vida a raíz de uno?